LA NACION REVISTA - 2014

Cinco productores periodísticos desmenuzan la serie de HBO que, para muchos, terminó antes de tiempo por mostrar un ideal inalcanzable de ética, y la comparan con la TV nacional actual

De izq a der: Marcelo Antín, Andrea Rodríguez, Juan Pablo Zumpano, Nicolás Bocache, Diego Ochoa
De izq a der: Marcelo Antín, Andrea Rodríguez, Juan Pablo Zumpano, Nicolás Bocache, Diego OchoaMartín Lucesole - LA NACION

Mentón arriba y mirada inquisidora. Brazos cruzados o manos en los bolsillos. Algo de seriedad y bastante prestancia. Uno de los cinco productores televisivos reunidos en el estudio fotográfico explica la destreza para la pose de los dueños de las noticias: "Si queremos que nos crean, tenemos que creérnosla un poco". Sin sospecharlo, entre retoques de maquillaje y dilemas de camarín (¿saco o campera?, ¿moño o corbata?), Juan Pablo Zumpano –jefe de Redacción de América Noticias y productor ejecutivo de la segunda edición del noticiero– se está adelantando al debate sobre el periodismo televisivo y sus protagonistas que empezará después de las fotos con una provocación: ¿los periodistas de TV son tan arrogantes como los pinta Aaron Sorkin en su serie The Newsroom o esa caracterización es otro de los delirios que se le recriminan al vapuleado guionista estrella de Hollywood?

Desde su comienzo en 2012, la serie que tiene a Jeff Daniels como presentador de un idílico noticiero al que sólo le importa la ética periodística viene sobreviviendo a la ejecución mediática, a pesar del prestigio conseguido por Sorkin con El ala oeste de la Casa Blanca y Red social. La revista The New Yorker dijo que era tan ingenua que rozaba el cinismo ("es inteligencia artificial") y, ante el estreno de su tercera y última temporada, el diario británico The Guardian fue letal: "Es el peor programa de la televisión". A la prensa le irritó que Sorkin dictara cátedra de periodismo (mostrando cómo deberían haberse cubierto hechos reales como el atentado en la maratón de Boston o el triunfo de Obama en 2012) sin haber agarrado jamás un micrófono y hasta lo acusaron de misógino. Más allá del revuelo, la serie –que acaba de terminar por HBO– tiene el mérito irrefutable de desnudar el laberinto en el que se construyen las noticias y plantear un debate sobre el nuevo periodismo, intervenido por una revolución digital que convirtió a los celulares en móviles y a sus usuarios en impensados corresponsales.

A la mesa redonda, convocados para reflexionar sobre los dilemas éticos del noticiero ficticio News Night, se suman Andrea Rodríguez, productora ejecutiva de los ciclos de Jorge Lanata (PPT en Canal 13 y Lanata sin filtro en Radio Mitre); Marcelo Antín, gerente de noticias de Canal 9 que lleva 17 años en el noticiero y 27 en los medios; Nicolás Bocache, productor ejecutivo de Gustavo Sylvestre en Minuto Uno (C5N), y Diego Ochoa, a cargo de la edición central de Visión 7, el noticiero de la TV Pública. "The Newsroom es un poco inocente porque quiere marcar todo en un plano de blanco y negro, y los periodistas vivimos en un gris. Se parece a la realidad, pero todo está exagerado", dispara Zumpano. Ochoa también da su mirada sobre la filosófica redacción que Will McAvoy (Daniels) lidera con su productora ejecutiva, ex pareja y futura esposa MacKenzie McHale (Emily Mortimer): "Yo los veo muy tranquilos debatiendo sobre periodismo. Nosotros somos bastante más atolondrados y desorganizados. En situaciones límites, vos ya estás seteado y sabés cómo actuar".

A Marcelo Antín, que confiesa haber quemado los libros de la facultad en la época que presentaba noticias en Crónica TV, los paladines de Sorkin le recuerdan viejos ideales difíciles de mantener en una redacción de carne y hueso: "La realidad supera ampliamente esta historia. Ellos son románticos, quijotescos y a veces fundamentalistas, atributos del periodista que muchos teníamos antes de entrar en este oficio. Pero esa imagen va cambiando con el correr del tiempo". Bocache, por su parte, se irrita con esas clases teóricas de periodismo que dictan Will y MacKenzie entre los flashes informativos: "No me gusta que la serie eleve a los productores y periodistas a un pedestal tan alto. Como si los medios de comunicación fueran inalcanzables y estuviésemos hablando de una materia intangible. Esto es periodismo, no es tan complejo", desacraliza el ex productor de Sensación Térmica, ganador de tres Martín Fierro al mejor noticiero de cable. "Pero los periodistas y los productores somos soberbios", interrumpe Andrea Rodríguez, productora periodística de los recordados Día D y Detrás de las Noticias, en América TV, y ex mujer de Lanata. "Sí, tenemos un gran ego, pero para mí es muy chocante verlo en una serie. Yo no me siento reflejado. Prefiero el retrato que hace Michael Mann en El Informante: más desprolijo, pero con mucho impacto", compara Bocache.

Zumpano, en cambio, justifica la arrogancia periodística: "Aprendimos de maestros que se creían semidioses. Vos pretendés interpretar lo que le importa a la gente: estás obligado a ser un poco narcisista y egocéntrico. Eso puede hacerte pecar de soberbio. Es casi un efecto negativo obligatorio de la profesión". Antín cree que tener voz y un medio que la multiplique puede darle al periodista una pátina heroica: "Pero lo nuestro es un trabajo, no hay que creérsela", subraya.

Romaticismo al límite

MacKenzie (Emily Mortimer) es la productora ejecutiva, pieza clave en las decisiones sobre qué y cómo informar
MacKenzie (Emily Mortimer) es la productora ejecutiva, pieza clave en las decisiones sobre qué y cómo informarLA NACION

Los ideales románticos de Will y MacKenzie suelen chocar en la serie con los intereses empresariales de Leona Lansing (Jane Fonda), la sarcástica dueña del canal que se pasea por la redacción cuando sus periodistas agitan el avispero. Aunque nadie se imagina a Ernestina Herrera de Noble o a Cristóbal López caminando por los pasillos de TN y C5N, en todo el mundo la relación entre periodistas e intereses corporativos siempre es tirante. "Por más románticos y apasionados que seamos también tenemos que ser profesionales y entender que, como Will y MacKenzie, en los canales privados respondemos a una empresa", reconoce Nicolás Bocache. "Los periodistas de la serie también tienen algunas agachadas como equipo. A ellos también los llaman de arriba y dicen bueno, tenemos que sobrevivir. Pero otras veces se plantan y tienen actitudes heroicas", se entusiasma Andrea Rodríguez, periodista que participó de la fundación de Página/12, Crítica de la Argentina y Revista Veintitrés. Zumpano aporta su mirada sobre el ejercicio periodístico dentro de las empresas privadas: "Cuando uno era estudiante de periodismo decía que si alguien te prohibía decir algo renunciabas. Con 25 años de profesión y 20 en América, yo conservo la libertad de decidir para dónde voy, si bien esa libertad no es del 100 por ciento, sino del 80 o 70. En otros canales, ese porcentaje es más acotado". Para Bocache, lo importante es no dejar de desafiar: "A veces te llaman para decirte Te pedí que no lo hagas, pero terminan felicitándote. Hay que asumir riesgos desde la responsabilidad".

En la tercera y última temporada, el romanticismo y los riesgos que asume Will llegan a su punto más alto: por negarse a revelar una fuente en un caso que involucra el robo de documentos, el periodista termina en prisión. ¿Pura ficción? Para Andrea Rodríguez, el desafío de Will al gobierno de los Estados Unidos no le resulta tan ajeno: "A mí un secretario de un Juzgado Federal durante el menemismo, sentados frente a frente en Tribunales, me amenazó con mandarme a la cárcel si no le revelaba mi fuente. Por supuesto no se la revelé. Y no me mandó a la cárcel". Para Zumpano, la fuente siempre será sagrada, por código, pero también por conveniencia: "Si le sos infiel a una fuente, la perdés". Nicolás Bocache tampoco dudaría ante la situación de Will: "Lo que hace es correcto, la fuente no se revela. Por supuesto que yo también iría a la cárcel".

Buena televisión

"Nosotros no hacemos buena televisión, nosotros hacemos las noticias." En el segundo episodio de la primera temporada, MacKenzie resume su filosofía periodística con esa frase que Will repetirá como un mantra al comienzo de la tercera. Esa dicotomía entre impacto para ganar rating y rigurosidad al extremo aturde a los cinco productores. "Es una buena excusa para alguien que mide mal", dice Juan Pablo Zumpano, que ganó tres Martín Fierro con América Noticias, y enfatiza: "Tener audiencia y decir la verdad es hacer buena televisión". En la misma línea, Antín cree que se puede hacer un informativo creíble, riguroso y popular: "Lo del sensacionalismo es tan relativo… Si lo hace cierto noticiero es sensacionalista, pero si lo hace otro con mejor packaging da una especie de salvoconducto para no ser tildado de amarillista. No me preocupa ese mote mientras respetemos a nuestro televidente".

Andrea Rodríguez distingue entre sensacionalismo y buenos productos: "Una buena historia periodística es equiparable a un producto y yo quiero venderlo bien. Si estoy destapando un caso de corrupción o estoy contando un drama tremendo quiero como periodista que la gente me mire". Nicolás Bocache, que estuvo a cargo de Yo Guillermo, la producción de C5N sobre Guillermo Coppola, adhiere: "El productor que no quiere ganar que se dedique a otra cosa". Ochoa, en cambio, antepone la responsabilidad que, a su entender, tienen los medios estatales frente al rating: "La TV Pública es el canal de la gente. Yo tengo la responsabilidad de dar un servicio. No puedo buscar rating usando los recursos de Crónica TV o Telenoche". Y plantea un dilema periodístico que hubiese maravillado a Will y MacKenzie. "Fuimos al juicio en Santiago del Estero por la muerte de Cristian Ferreira. Tenía gritos y llantos, pero no abrí con esas imágenes, que eran más televisivas, porque hubiese dejado en segundo plano la noticia". Como si estuviésemos en la sala de reuniones de News Night, Bocache disiente y apuesta al impacto: "Entrar con la mujer llorando es retratar lo que sucedió. No estás tergiversando nada. No está mal ser sensacionalista, es una herramienta más del periodismo. Hay que saber dosificarlo nada más". La productora de Lanata, en cambio, coincide con el productor de Visión 7: "Yo tampoco hubiese abierto con eso. Una cosa es tratar de vender bien el producto y otra apelar a los golpes bajos".

Zumpano, por su parte, recuerda que lo amarillo no siempre mide más: "Esa creencia que se plantea en la serie es falsa. Un manchón de sangre en el piso, por ejemplo, hoy te baja el rating. El sensacionalismo puede sumarte público inmediato, pero si abusás del recurso te abandonan al día siguiente. Si diese rating lo incorrecto, seríamos mucho más incorrectos".

Para Will y MacKenzie, el rating no debe ser la guía en el mundo de las noticias. Alrededor de la mesa redonda, esa visión utópica se reemplaza por una metáfora carnal. "Cuando yo era chico, Mauro Viale una vez me dijo: «El rating para mí es un polvo periodístico». Fui creciendo y lo entendí", confiesa Nicolás Bocache, un obsesivo del minuto a minuto que moldea su programa mirando los números. Andrea Rodríguez se define como la antítesis: "Lanata no quiere saber el rating durante el programa, no se lo podemos decir. Si se altera la rutina jamás es por las cifras. El rating es como una droga: si te dejás enganchar, te mata". En Visión 7, agradecen cuando el fútbol les deja la pantalla caliente, pero el rating no es una exigencia. Para Antín, el monitor del minuto a minuto en Canal 9 tiene que ser un aliado y no un verdugo: "Si capitalizás esos datos vas encontrando algunas claves para optimizar el rendimiento de tu programa". Zumpano, en tanto, cree que el buen rating es un gran estímulo, pero hay que saber controlarlo: "De lo contrario, podés poner en riesgo lo más importante que tenés: la verdad".

Periodismo de cafetería

En la última temporada, MacKenzie y su equipo se irritan ante el papel dominante que las redes sociales y las aplicaciones para celulares tendrán en la dirección del canal, resumido en un eslogan: Usted no es un televidente, usted es ACN. A través de sus personajes, Sorkin avizora un futuro en el que las noticias no serán publicadas por profesionales, sino por cualquier usuario de celular desde alguna cafetería. "Nosotros somos ACN", subraya Mac, poniendo el foco en una disputa nada menor de la revolución 2.0: ¿todos estamos capacitados para construir la realidad? "El periodismo ciudadano puede existir, no está mal, pero es otra cosa. Difícilmente destape un caso de corrupción como el Watergate. No puede reemplazar al periodismo profesional", compara Andrea Rodríguez. Para Nicolás Bocache, el formato del noticiero seguirá mutando más allá del flirteo con el magazine: "Las plataformas y redes sociales van a tener un papel mucho más preponderante. Hay que ver si la gente va a seguir mirando televisión o se va a informar a través de las redes sociales. Salvo el ama de casa, queda muy poca gente frente al televisor. Y amas de casa quedan cada vez menos". Para Rodríguez, sin embargo, el rol del periodista no está en jaque: "Hay sobreoferta de información y no todo es noticia. Para entender hay que hacer un recorte y en eso el periodista es irreemplazable".

El exceso y la inmediatez de información implican para Antín y sus noticieros un desafío: "Ahora la gente está tan informada que a la hora de salir al aire tenés que sumarle un diferencial propio para que te vea". Para Zumpano, estamos viviendo una revolución comparable a la provocada por la imprenta: "Antes se hacían leer sólo algunos, hoy se hacen leer todos. Pero tener más cantidad no es sinónimo de más calidad", distingue el periodista, abriendo otro asunto explorado por The Newsroom: ¿Twitter es una fuente periodística válida?

Para Andrea Rodríguez, los tuits de la gente tienen un rol similar al móvil: "Me parece una herramienta válida en coberturas como el atentado en la maratón de Boston, como muestra la serie. Pero no te va a ayudar a dar una noticia oficial". Marcelo Antín valora el recurso con reservas: "Muchas veces los ciudadanos son los que nos permiten tener las primeras imágenes de un accidente, una pelea callejera, un fenómeno climático. El periodista profesional tiene cada vez más fuentes, pero cuando empiezan a retwitearse algunos temas de origen dudoso, tenés que rechequear la información". Nicolás Bocache amplía: "Hay todo un procedimiento de chequeado como con toda la información que llega por otros medios. Sería un pecado mortal salir con una noticia falsa mal chequeada, como la muerte de alguien". Diego Ochoa cree que en la televisión estatal la responsabilidad es aún mayor: "Hay canales que han matado gente, pero yo en Visión 7 ese riesgo no lo puedo asumir porque de la muerte no vuelvo". Antín resume la postura de todos: "Nadie se va a acordar si anunciaste la muerte unos minutos después, pero sí te van a recordar por ser los que mataron a tal persona".

Las alertas en los celulares y la inminencia de la salida al aire cierran un debate que podría haber seguido durante horas; evidencia de que Sorkin y sus quijotescos personajes recrean, con mayor o menor agudeza, dilemas reales del oficio que Gabriel García Márquez definió, con algo de soberbia periodística, como el mejor del mundo.

Producción: Mechi Machado Make up y pelo: Lucía Jorge // Agradecimiento: Garçon garcía, Christian Lacroix y Mr. Harry Bow Tie 


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